Esta entrada que escribo es más para mí que para ti, desocupado lector. Necesitaba hacerlo, despedirme de este lugar, de este blog que tantas cosas me ha dado y que me ha hecho sentir emociones que no imaginaba que existirían. Espero que esto sirva como triste punto y final para esta etapa del viaje. Siento que he de hacerlo.
Hay momentos en la vida en que algo hace click dentro de ti, en que comprendes algo aunque no lo puedas explicar y es que, en las cosas más importantes de la vida las palabras se quedan cortas. Lo supe durante el camino de vuelta de mi último examen de la carrera. Supe que algo tocaba a su fin para que otro “algo” comenzase. Por eso esta, desocupado lector, es la última entrada de mi blog.
Han sido cuatro años en los que ha pasado mucho, pero que muchísimo texto por mis manos. Me he desahogado con esto, le he contado secretos al papel que nunca he contado a nadie, he creado personajes y he inventado historias que formarán parte de mí para siempre. Hoy, releyendo lo que un día escribí he comprendido que no sería quién soy sin la literatura. Me cuesta imaginar mi vida sin la pasión de escribir, pero sé que sin entusiasmo nada sonreirá.
Cuando empecé era un muchacho de 19 años con el corazón roto y perdido en un mundo de adultos. (De ahí que eligiera El joven desorientado para hacerme llamar aquí). Me sentía sólo y no comprendía el porqué de lo que me ocurría. Esperaba que alguna noche una estrella fugaz cruzase el cielo y cambiase mi vida… y comencé a escribir. A escribir en secreto. Aun hoy no sé bien porqué pero, creo que me sentaba bien. Supongo que quería encontrar lo que todos buscamos, nuestro lugar en el mundo. Hoy tengo 23 años y ¿qué ha pasado en estos cuatro años? Bueno, tengo un papel de una universidad que dice que soy ingeniero mecánico y el libro publicado de un certamen con dos relatos de mi puño y letra. Hice nuevos amigos, perdí otros muchos y en el camino encontré el amor, el verdadero, el que me salvó.
Mis más allegados saben que escribo, que me gusta y que suelo hacerlo cuando nadie me ve, pero no imaginan que cada trazo en el papel me quema y me resucita por dentro. Por eso, sé que el tiempo pasará y que esté seguirá siendo el lugar donde pertenezca.
Quiero escribir, necesito hacerlo, pero en otro lugar. Un nuevo reto, una nueva etapa en el camino. Con otro nombre, distinto, secreto, mejor. Que me haga temblar en cada línea y encuentre en ellas el sabor de la vida fluyendo por todo mi cuerpo hasta llegar al papel.
Es por eso que me despido de ti, desocupado lector.
Gracias por estar siempre ahí para mí, para escuchar lo que tenía que decir. Yo, prometo estar siempre cada vez que las palabras comiencen a amontonarse y la inspiración me llame.
Hasta siempre
El Joven Desorientado
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